Vestido con uniforme militar y en discurso oficial emitido en prime time por la televisión pública. Democracia castrense con aroma egipcio. Así se ha anunciado hoy la candidatura electoral del general Abd el-Fattah el-Sissi, el ensordecedor secreto a gritos que ha tardado 5 meses en confirmarse. Lo ha hecho de esta peculiar forma, sui generis, de demostrar como se construye la nueva democracia en Egipto, tras el fracaso demostrado del intento uno post-Mubarak encarnado en la caída del gobierno de Mohamed Mursi.
Ahora las cosas son distintas.
Mientras las calles volvían a teñirse una vez más de sangre con la muerte de un estudiante de la Universidad del Cairo en enfrentamientos con las Fuerzas Policiales, el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas se reunía a media tarde con la presencia del presidente interino, Adly Mansour, con un punto claro en el orden del día: la dimisión del plenipotenciario ministro de defensa convertido en mariscal pese a la ausencia de batallas en su currículum. El general Sisi presentaba su dimisión para poder presentar-se, como pretendido civil, a la carrera electoral. Pese a ello, el anuncio lo ha hecho vestido de militar, "un vestido que llevé por primera vez hace 45 años, cuando tenía 15 y estaba en la Académia Aérea" dijo en su sentimental discurso de 15 minutos al pueblo egipcio. En él prometió un programa innovador que anunciará, según dijo, una vez la Junta Electoral apruebe su candidatura. No escatimo, eso si, la oportunidad de dar pinceladas de paternalismo nasesrista lamentándose por las penurias de miles de egipcios, pero prometiendo que lo primero es volver a hacer caminar la "rueda de producción" y acabar con el terrorismo.
A Sisi lo sustituye, como jefe de las Fuerzas Armadas, su sombra hasta la fecha: Sedqi Sobhi, hasta ahora Jefe de Estado Mayor y natural de la misma provincia del depuesto dictador Mubarak. EL Consejo Superior de las Fuerzas Armadas lanzó un sentido viva a su ya ex-jefe supremo definiéndolo como alguien que "lideró su deber con dedicación y sinceridad". Al-Sisi, por cierto, es el primer ministro de Defensa que presenta su dimisión.
A día de hoy al-Sisi es el único candidato que ha hecho oficial su candidatura a parte del naserista Hamdeen Sabahi, que amenazó vagamente con retirarse de la contienda electoral en señal de protesta por las limitaciones de la ley electoral. Hoy anunciaba a través de su cuenta Twitter que daba la bienvenida a la candidatura, pero exigía neutralidad del gobierno y las instituciones, mientras miembros de su campaña exigían a los medios egipcios el mismo trato dado al general Sisi. Los naseristas, socios privilegiados del golpe militar que depuso al islamista Mursi el pasado verano, atraviesan lo que parece ser una fuerte crisis con la institución militar en lo que ha parecido ser una antesala de la lucha electoral que podría sucederse en los próximos meses. Sus representantes desaparecieron del gobierno con la ultima reforma ministerial liderada por Ibrahim Mehleb, quien ayer aseguraba que el gobierno se mantendría neutral con los candidatos. Algunos activistas, sin embargo, acusan la situación de teatral.
La candidatura de Sissi, lejos que venir de un amplio consenso, parece esconder ciertos resquemores dentro de sectores del propio régimen e incluso del estamento militar que ven con miedo las consecuencias que una presidencia militar puedan acarrear a la popularidad del ejército. En ese sentido ya se expresó meses atrás el miembro del Consejo Ahmed Wasfi, definiendo una entonces hipotética candidatura de Sissi como una confirmación de facto de la existencia de un golpe militar en el país. Algunos ven en esas posibles tensiones la explicación del retraso del anuncio.
Todo eso sucedía 24 horas después que líderes obreros de correos en huelga en Alejandría denunciaran la detención, de madrugada y en sus casa, de 5 sindicalistas el mismo día en que Egipto anunciaba la sentencia de muerte más masiva de su historia con 529 ejecuciones ordenadas por un juez en Minya.
Podrán decir lo que quieran pero sea como sea en la tarde de ayer un general ataviado en casaca militar anunció en horario de máxima audiencia en una televisión pública que se presentaba a unas elecciones. Blanco y en botella...
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