diumenge, 8 de desembre del 2013

Crece la República de los Militares en Egipto

Mientras los partidarios del golpe militar del general Sisi están aún celebrando su victoria electrónica en la votación popular de "hombre del año" de la revista Time (y que deberá ser refrendado por la dirección del medio esta semana) y siguen creciendo las apuestas que lo ven como futuro presidenciable, primero, y más que probable vencedor de las futuras elecciones, segundo, la república de los militares no para de crecer en Egipto. El nuevo borrador constitucional, que garantiza de nuevo los privilegios militares y vuelve a abrir la puerta a los juicios castrenses sobre población civil y al control militar del proceso transicional, no son más que un capítulo más del refuerzo de la república de los militares vigente en el país durante 60 años y contra la estructura básica de la misma se revoltaron los egipcios hace ya casi tres años. El retorno de los asesores economicos mubarakistas, de los ministerios y direcciones de província a manos de oficiales militares o policiales o  la vuelta del corrupto general Farid el-Tohamy como jefe de la inteligencia civil son solo algunos aspectos relevantes de esta vuelta con fuerza. Si es que nunca se fueron. 



Hoy anunciaba el presidente interino Adly Mansour, que todos ven com un títere a manos de los militares, una nueva disposición según la cual se aumentaba el presupuesto dedicado a los "Servicios de las Fuerzas Armadas". Una subida de 54 millones de euros, que se añade a un aumento de 19 millomes de euros en la producción de material de guerra. Los 54 millones van a una unidad que, lejos de estar vinculada a las armas, vestidos caquis y vehículos blindados propios de todo ejército, se dedica a la financiación de empresas semi-públicas bajo control militar de producciones de bienes como la construcción de residencias o la producción de alimentos, tabaco, etc, etc. Estas empresas representan la oportunidad de oro de retiro para los generales, que ganan espectaculares sobresueldos que añaden a sus pensiones dirigiendo dichas empresas. Según parece, lejos de caminar hacia su desmantelamiento, las autoridades transicionales aprueban su consolidación. Precisamente hoy mismo el ministerio de vivienda anunciaba la construcción de 80 hectareas de vivienda social en terrenos propiedad de las Fuerzas Armadas en la zona de Borg el-Arab, cerca de Alejandría, para la construcción de pisos de protección social, seguramente para los obreros que trabajen en la zona franca cercana. De hecho algunas informacions apuntaban hoy que en el ultimo mes las Fuerzas Armadas han firmado contratos públicos con el gobierno egipcio por valor de 741 millones de euros. La mayoria son para la construcción de túneles, puentes, viviendas o por la reactivación de la economia. Hoy me llegaba la imagen que acompaña este texto, que muestra como el Ministerio de Defensa es ahora el encargado de recaudar el dinero de los peajes entre Cairo y Alejandría. Mientras, en los hoteles propiedad del ejército egipcio se celebran polémicas conferencias en las que se defiende internacionalmente la legitimidad del golpe militar y en la que se tergiversa la participación de periodistas extranjeros. 
Como decíamos, la república de los generales, lejos de perder fuelle parece reforzarse. Y eso antes que el general Sissi se presente a las elecciones.
Paral·lelamente, el Banco Mundial ha anunciado la implementación en Egipto de un programa de vivienda social por valor de 300 millones de dólares. Es la vuelta al país de los programas que se mostraron fallidos en la era Mubárak. Sin embargo la noticia está en que el gran beneficiado de este nuevo contrato no es otra que la empresa constructora Orascom, del magnate copto Sawiris, alguién que no dudó en llorar la marcha de Mubarak en los medios y que apoyó directamente el golpe militar del 3 de julio. De hecho el también presidente de la compañía de telefonía móvil Mobinil no tuvo problemas en reconocer que financió secretamente al movimiento Tamarrod, grupo que lideraba los opositores al presidente Mursi y que legitimaron popularmente la intervención militar. 
Que los favores se pagan, vaya.

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