Articulo publicado en el periódico Diagonal:
Ni veinte minutos. La
primera sesión del macro-juicio al expresidente Mohamed Mursi y los
14 líderes de los Hermanos Musulmanes, el pasado 4 de noviembre, fue
suspendida ante el lío montado en la sala entre abogados defensores
y acusación. El alboroto se produjo cuando Mursi respondió al juez
mostrando los cuatro dedos de su mano (el símbolo de la hermandad
para solidarizarse con los muertos del desalojo militar de la
acampada islamista de Rabaa Adaweya donde murieron más de
trescientas personas) cuando éste le leyó la lista de acusaciones.
La principal es la responsabilidad del ex-presidente en la muerte de
ocho personas en las manifestaciones contra la hermandad del pasado 4
de diciembre. 20 mil soldados i policías estaban encargados de
proteger el juicio, que guardaba un lógico paralelismo simbólico
ante el de Hosni Mubarak, ahora en fase de revisión y en el que el
dictador era acusado de la muerte de más de 800 manifestantes
durante el alzamiento popular de enero de 2011. Con la dirección de
la hermandad entre rejas las movilizaciones islamistas persisten
aunque van perdiendo fuelle y acusando el desgaste. La comisión
constitucional, cuyo trabajo se está eternizando y rompiendo todos
los calendarios planteados por las autoridades, sigue bloqueada en
los artículos referentes a las fuerzas armadas, los juicios
militares y el blindaje legal al ministro de defensa.
Ni 24 horas antes de que
el juicio tuviera lugar, el secretario de estado de la Casa Blanca
John Kerry hacia una corta visita diplomática a el Cairo. Era la
primera visita del mandatario estadounidense desde la deposición de
Mursi en un ejercicio interpretado como un apoyo tácito a la
política de hechos consumados en Egipto. La visita de Kerry, quien
semanas atrás ya había llegado a afirmar que los militares estaban
"restaurando la democracia" cuando depusieron al presidente
Mursi, intentaba devolver a la calma las relaciones entre Washington
y Cairo después de que estas hayan pasado por momentos de tensión,
especialmente tras el anuncio de la Casa Blanca de cortar
parcialmente la ayuda económica que brinda al ejercito egipcio (1300
millones de dólares anuales) como reprimenda por la represión
ejercida contra la oposición islamista. Pero Kerry, después que la
cámara de representantes estadounidense amonestara el parón de la
ayuda económica, afirmó una vez en Cairo el compromiso de la Casa
Blanca en trabajar codo con codo con la actual administración
egipcia, a quién catalogó de "socios vitales". La visita
de Kerry coincidió con la de una delegación gubernamental saudí
que, durante su encuentro con el presidente interino Adly Mansour,
manifestarían que el "Egipto es una línea roja infranqueable y
su apoyo es un deber religioso y nacional".
Pocos días antes del
juicio un nuevo episodio hacía aflorar un nuevo debate sobre la
libertad de expresión en la nueva época. El 1 de noviembre, y pocas
horas antes de emitirse en prime-time el segundo capítulo de la
temporada, el canal CBC anunciaba la suspensión del programa del
humorista satírico Bassem Youssef, quién se hizo altamente popular
a causa de sus chistes sobre el gobierno de los Hermanos Musulmanes y
convirtió a su presentador en una especie de símbolo
anti-islamista. Con el cambio político, los chistes de Youssef ante
el nuevo gobierno parece que incomodaban a una dirección de la
cadena, vinculada al antiguo régimen y cuyo propietario fue
perseguido judicialmente por el gobierno de Mursi, que acusaba a
Youssef de persistir en su intento de romper la línea editorial.
Una semana antes, el
popular programa El-bernameg, dirigido
por esta versión egipcia del estadounidense John Stewart o el
madrileño Gran Wyoming, había hecho su reaparición estelar
en la cadena local tras 4 meses de inactividad, aparentemente por
razones personales. Era el primero tras la deposición de Mohammed
Mursi y con los militares de nuevo en el poder. Tras este, hasta
cinco denuncias en los tribunales acusándole de insultar a los
símbolos del estado, encendidas polémicas en los medios y hasta
enfrentamientos entre seguidores y detractores a las puertas del
estudio donde se rodaba el capitulo finalmente censurado. Youssef,
que ya fue llevado ante los tribunales por los Hermanos Musulmanes en
marzo pasado y que fue entronado por buena parte de los que hoy le
quieren enterrar, se defendía a media semana con un articulo en la
prensa en la que afirmaba no ver diferencia entre el extremismo en
nombre de la religión y aquél en nombre de la nación.
Las autoridades afirmaban
no tener nada que ver con la clausura del programa y aseguraban
mantener su compromiso con la libertad de expresión. Sin embargo, en
el ultimo mes al menos 3 periodistas han recibido sentencias ante la
justicia militar. La noticia del cierre del programa de Bassem
Youssef llegaba pocos días después que otro Youssef, en este caso
Mohammed, fuera suspendido de la Asociación Egipcia de Kung Fu por
haber mostrado apoyo a los represaliados islamistas del gobierno
militar durante la entrega de medallas del campeonato mundial de
Rusia, donde Youssef logró el oro.
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