Articulo publicado en el periòdico Berria.info:
-->
-->
El polvo de la obra llena
el ambiente desde hace meses. Los gritos de los albañiles resuenan
desde buena mañana compitiendo con el canto de los muecines. La
calle Edfu, en el barrio de Ibrahemiya de Alejandría, es un claro
ejemplo del descontrol urbanístico que vive Egipto. Pese a que la
normativa especifica que no se pueden construir edificios de más de
3 plantas no se encuentra ni un solo piso que tenga esa altura. De
hecho hay dos que tienen 20. Es decir, tienen 17 pisos fuera de
normativa.
Uno de ellos se ha
levantado en no menos de dos semanas, el otro, tres cuartos de los
mismo cinco meses atrás. “Los alzan rápido para poner una mesa,
luz y una cama en el último piso y de esta forma no se pueden
demoler sin una orden judicial que nunca llega” afirma Ahmed
Youssef, el capataz de la obra. No tienen ningún permiso y los
hipotéticos planes de construcción no han sido avalados por nadie.
Es la voracidad de la especulación urbanística, desatada
especialmente tras la revolución.
“La especulación
siempre existió en tiempos de Mubarak pero todo esto se ha
multiplicado sin control tras la revolución” afirma Mohamed Lotfy,
un propietario de la zona que afirma que le han ofrecido cifras
astronómicas por derrumbar su casa y construir un nuevo mamotreto.
“Ahora la policía ni controla y tampoco queda claro cual será la
nueva política, por lo que los inversores aprovechan el hueco antes
de que nadie tome el poder” añade.
Los motivos del
crecimiento de la especulación tras la revolución son varios. Por
un lado se encuentra la laxitud policial, que como chivo expiatorio
de la revolución practica habitualmente una huelga de brazos
cruzados y hace la vista gorda ante las irregularidades. Por el otro
las ansias de negocio de unos inversores que quieren aprovechar el
vacío de poder generado por la revolución antes de ver quién va a
distribuir los permisos, tradicionalmente muy controlados por un
régimen basado en el amiguismo.
Pero la especulación
urbanística sin control lleva a la tragedia. El pasado miércoles 16
de enero un edificio de seis plantas se desplomaba en el barrio de
Maamoura, en Alejandría. El edificio, construido sin permisos, no
tenía ni 5 años. El accidente se llevaba por delante la vida de 23
personas. Esa misma mañana negra otro incidente parecido tenía
lugar en la provincia de Dakahleya, muriendo dos personas más y
teniendo que rescatar una decena más de entre los escombros.
La situación no es
nueva. Decenas de edificios construidos sin permisos se han
derrumbado alrededor de Egipto en los últimos tiempos. La situación
es especialmente difícil en Alejandría donde en los últimos seis
meses 23 edificios se han hundido, dejando 35 muertos y 42 heridos
tras ellos. O lo que es lo mismo, desde que Mohammed Mursi es
presidente hay un muerto por el colapso de un edificio cada cinco
días. Y solo en Alejandría.
Según fuentes
ministeriales, en los últimos años se han detectado la construcción
de más de 324 mil edificios sin permisos en todo el país. 14500 son
en la ciudad de Alejandría, el 75% de los cuales tras la revolución.
“Nos harían falta 200 años para acabar con los edificios ilegales
solo en Alejandría” afirmaba el doctor Hassan Alam, responsable
del ministerio de la Vivienda. 200 años y 51 millones de euros,
según los mismos informes, sólo para emprender las acciones
judiciales necesarias. Y eso que la ciudad mediterránea solo ocupa
el puesto octavo en la lista de provincias en que más edificios
ilegales se han detectado, a la par con la capital cairota.
Pero la poca estabilidad
del suelo alejandrino, entre la costa mediterránea y el lago Mariut,
ponen en riesgo las construcciones y amenazan con “nuevos
desastres”, según anunciaba el mismo doctor Alam. “El 80% de los
edificios en Alejandría deberían ser derruidos gubernamentalmente”
afirma citando un estudio universitario el prestigioso arquitecto
Mamdouh Hamza, quién afirma que las construcciones están bajo
riesgo. Pero los elevados costes descartan que la medida se pueda
tomar en breve y, de esta forma, los alejandrinos sortearan la muerte
por gracia divina.
El resultado, una ciudad
sin ley ni orden. Las nuevas construcciones sin planificar generan
problemas de suministros eléctricos en la zona, que desde que
proliferan los nuevos edificios sufren cortes cada vez más
frecuentes en una red no preparada para la sobrecarga. Además las
construcciones han hecho proliferar las mafias de seguridad. Ante el
rampante desempleo, grupos de jóvenes matones se disputan los
edificios para establecerse como vigilancia privada de los mismos. En
el mismo barrio de Ibrahemiya la pasada primavera se producía una
gran pelea por el control de un edificio. La pelea estuvo servida
hasta altas horas de la mañana sin que la policía, con una
comisaria a 200 metros, interviniese. El resultado, un joven de 15
años moría fruto de la pelea. Sin que el edificio estuviera aún
alzado.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada